By Scott James Prebble |
Andaba por la calle mirando alrededor con ojos curiosos. De pronto, unos
metros delante de él se produjo un fuerte sonido en las ramas de un árbol,
seguido de un ruido sordo. Ante él apareció una figura femenina y delicada, sus
ojos almendrados permanecían abiertos observando el claro cielo azul. Bajo ella
una oscura y densa sustancia comenzó a fluir proporcionando un aura bermeja y
cálida al pálido cuerpo. Al ver la postura antinatural en la que los miembros
de la chica se encontraban pensó que, en vida, debió de haber sido una chica
muy movida, y que, por lo tanto esa era la postura más adecuada para morir. Es
una pena que al final siempre nos pongan a todos igual, tan serios y aburridos,
tan rectos y tan solemnes. Sin embargo, no es una cuestión de respeto por los
muertos para que descansen en una postura más digna, es para que podamos
encajar en el ataúd.
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