sábado, 24 de octubre de 2015

A la Reina de las Nieves

By Ekaterina Belinskaya
                En la soledad de un salón de cristal, una mujer llora. Sus lágrimas caen en forma de pequeñas estrellas heladas, engalanando su blanco atuendo para una boda a la que no acudirá ningún príncipe. En la justicia absurda de un mundo en el que todo es blanco o negro, sometido al juicio despótico de quien elija etiquetar tales colores. Después de pintarla de blanco por dentro, helando su corazón, la etiquetaron de negro y le quitaron a su niño. Su único resquicio de calidez. La despojaron de todo y la exiliaron a la soledad de un palacio de hielo. Por si esto no fuera suficiente, le dieron el título de Reina de las Nieves, le otorgaron el poder absoluto sobre un lugar desierto. Le otorgaron el poder sobre la nieve, que se deshace al ser tocada, pierde su forma mágica y etérea. Y así, la reina llora joyas cristalinas, condenada a no tener contacto con nada ni nadie, repudiada, exiliada, privada incluso de su propio calor. Los humanos siempre fueron tan perversos al otorgar el título de reyes…