Sin gracia
Hay veces que me siento como el pollo cocido, tan insípida, fibrosa, seca y
sin gracia. Miro el mundo en mi insulso color de blanco roto, observando el
resto de pollos a la plancha, asados o guisados. Si uno observa el tiempo
suficiente, acaba dándose cuenta de que en el fondo no hay una gran diferencia,
es sólo la cobertura que uno quiera darle a su blanquecina e insabora carne lo
que cuenta.
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